Para comentaros la historia y religión sobre estos tambores batá, es una delicia leer este artículo publicado en La Habana por (AFP) titulado "A ritmo de tambores las mujeres desafían a los dioses "
..." Desafiando preceptos de la religión yorubá, que consagra al hombre la percusión de tambores para adorar a los dioses, Obiní Batá, grupo musical de mujeres, esquivó el veto por la vía del arte, tocándolos con asombrosa destreza y magia heredada de sus ancestros africanos.
Siete mujeres integran el grupo Obiní Batá, que ya se ha presentado en España, Italia, Canadá, Venezuela y Francia, y en noviembre irá a Suecia".
..." Desafiando preceptos de la religión yorubá, que consagra al hombre la percusión de tambores para adorar a los dioses, Obiní Batá, grupo musical de mujeres, esquivó el veto por la vía del arte, tocándolos con asombrosa destreza y magia heredada de sus ancestros africanos.
Siete mujeres integran el grupo Obiní Batá, que ya se ha presentado en España, Italia, Canadá, Venezuela y Francia, y en noviembre irá a Suecia".

Siete obiní —mujer en lengua yorubá— forman la orquesta cuyo proyecto nació hace unos 12 años en las entrañas del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba, pese a la férrea oposición de los seguidores del culto, sobre todo los omó añá, hombres iniciados para percutir los tres tambores batá.

Vestida de un azul intenso, con una corona que evoca al arco iris, Yemayá es la reina del escenario. Su rostro moreno refleja altivez, sus ojos profundos como la noche expresan dolor, a veces enojo, tristeza o amor.
Con su falda abundante, que hace girar en el centro del salón cual si fuera un remolino, Yemayá es la profundidad del mar. Acariciando a alguien del público, es el consuelo.
Yemayá danza al ritmo frenético de los batá, tocados por tres de las percusionistas del grupo, mientras el resto entona cánticos para adorarla a ella, a Obbatalá, Babalú Ayé y otros orishas (dioses).

La prohibición de que las mujeres toquen los tambores no responde a ningún capricho machista, sino a una costumbre religiosa.
Los tambores batá —Iyá el mayor, Itótele el mediano y Kónkolo el más pequeño— están hechos de un madero de cedro que se ahueca y toma forma de reloj de arena, en cuyos extremos se estira el parche elaborado con cuero de chivo, además macho.
La clave está en que el parche es sujetado con tiras del mismo cuero, sin llave de níquel como los Aberícula —no religiosos—, pero sobre todo en la ceremonia en que los tambores son consagrados a una deidad por quien los hizo y los va a tocar, sin que una mujer pueda estar cerca varios metros a la redonda.
Lograr que la mujer tocara tambores batá "era una idea novedosa y riesgosa al mismo tiempo, pero tienen una calidad que las ha llevado a presentarse en España, Italia, Canadá, Venezuela y Francia, y en noviembre irán a Suecia", añadió.
"Ahora pasamos menos problemas, pero antes nos decían que no podíamos tocar. Prácticamente consideraban traidores a los hombres que nos enseñaban la percusión", cuenta Despaigne.
Uno de ellos, el cantante y percusionista Luis Chacón, quien se atribuye el mérito de haber pasado los batá de fundamento a la música popular, estaba entre el público esa noche de intenso calor en La Habana, cuando el grupo se presentó en la sede de la Sociedad Cultural Yorubá de Cuba.

Ataviado con una camisa multicolor, boina roja y en su mano el Iddé —pulso de cuentas rojas y blancas de su orisha protector—, "Aspirina" acude a la velada con un motivo especial. Su nieta Ismarais Chacón, una joven esbelta de 18 años, recién fue integrada al grupo.
Dice sentirse muy orgulloso. Las enseñó sin romper la prohibición. "Hay límites que son inviolables", sentencia con la experiencia de sus 66 años, antes de lanzarse al salón al son de los batá, con un ritmo que sólo él sabe bailar y los orishas interpretar.

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